Una comunidad chiquitana y cuatro propiedades privadas, incluso una de la Iglesia, fueron avasalladas por quienes aseguran ser campesinos y que entrarán con balas. Una de las haciendas ha sido invadida dos veces en un solo semestre.
Ni el presidente de los ganaderos de San José de Chiquitos, ni la Iglesia Católica, ni los indígenas originarios, ni los menonitas. Ninguno de ellos se salvó de lo que viene convirtiéndose en un problema crónico en la región chiquitana: los avasallamientos.
Primero fueron los indígenas de la comunidad chiquitana Puquio, que según denuncias, fueron avasallados por personas ajenas a la zona, a las que desalojaron.
Luego le tocó a la propiedad privada Urasiviquia, de Juan Arnez, donde además de cortar el alambrado, de acuerdo a la versión del dueño, afectaron un ojo de agua.
El cacique general, Ernesto Barba, sostuvo que se trata de personas que vienen de otros lugares, que forman una directiva y que se entran a los predios, mintiendo que les dotaron las tierras.