El Fondo Monetario Internacional (FMI) emitió esta semana un informe sobre la situación económica de Bolivia con interesantes conclusiones que deben llamar la atención del Gobierno y los actores económicos del país. El dato más relevante es que el organismo internacional proyecta un crecimiento de 5 por ciento en la economía boliviana, y cita como un apoyo para alcanzar ese objetivo la necesidad de vacunar lo más rápido posible a toda la población adulta del país.

El Fondo, en el pasado vilipendiado por las izquierdas y particularmente por el partido en función de Gobierno, hoy es poco menos que un aliado, que regularmente hace un estudio de situación y plantea recomendaciones.

Para esta gestión igualmente se proyectan mejoras en el déficit fiscal, lo que se conseguirá por la recuperación de los ingresos, la disminución de partidas de gastos relacionadas con el covid-19, y una desaceleración en el crecimiento salarial y el gasto en bienes y servicios.

Hasta ahí, todo positivo y alentador para la economía. Un piropo, se podría decir, a la gestión. Sin embargo, de ahí en más el documento hace varias recomendaciones que quizá no serán del agrado del Gobierno, porque históricamente su posición respecto a esos puntos ha sido clara y contraria a la mirada del Fondo.